Cambio de estación en Mariola.

Es esta una época de contrastes, por una parte, tienes la alegría de recoger los primeros enjambres, por otra la inmensa tristeza de tener que hacerte cargo de los vestigios de las últimas víctimas del invierno.

Un invierno irregular, con prácticamente ausencia de frío y precipitaciones en Alicante, (costa e interior), ha provocado que las plantas y las abejas estén completamente desconcertadas. Los ecosistemas están acostumbrados a los contrastes, a las estaciones perfectamente definidas; tres meses de calor dan paso a climas moderados vientos y lluvias otoñales con floraciones más nutritivas y contundentes, como si quisieran ayudar a las abejas a pasar el invierno.

Los inviernos solían ser estaciones en las que las abejas prácticamente hibernan, con una despensa colmatada de estas mieles oscuras y con mayor aporte calórico, solo se necesitaban unas pocas aportaciones de agua para diluir las mieles y volver a reconstruir un néctar que consumirán durante toda la invernada.

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El éxito de una colonia consiste en hacer coincidir el final definitivo del invierno, con el fin de esta despensa invernal, los nuevos néctares de las actuales floraciones, en una incipiente primavera activarán de nuevo las glándulas hipofaríngeas de las abejas, vuelve a fluir la jalea real.

La primera receptora es la reina de la colonia, si todo está bien, debería funcionar como un resorte, debería responder al aumento de hormonas que le proporciona esta ración extra de jalea e iniciar una puesta que con el esfuerzo de todos los individuos, viene a incrementar la población y la capacidad de trabajo de la colonia. Como decíamos, durante el invierno se han vaciado una buena cantidad de celdas de miel que ahora pueden ser utilizadas para la nueva puesta y la cría inicial, es un momento delicado en el que casi no hay reservas en la colmena y se vive al día, consumiendo la práctica totalidad de lo aportado.

Con la activación de la pecorea se hace una apuesta importantísima, casi al 50% de probabilidades de éxito, el organismo colectivo que comprende la colonia debe dejar su estado de hibernación para ponerse, al unísono en estado de actividad frenética recolectora. Un fenómeno meteorológico como una lluvia intensa de varios días, con unos días tibios y soleados después, suelen ser el catalizador que determina un cambio drástico en el  comportamiento de la colonia, pero ¿Dónde está la fina línea que determina este cambio tan drástico de actitud?

El organismo sabe muy bien de cuantos recursos dispone, en función del número de individuos que componen la colonia puede calcular el margen de tiempo del que disponen para fiarse o no de esta “llegada de la primavera”; en una estación polinizadora que sigues habitualmente no te puedes llevar sorpresas, vemos que tradicionalmente, “Posición 1” de la bancada, podría ser un enjambre poblado fuerte y estable, las estamos viendo durante todo el otoño e invierno, sabemos lo que tiene dentro y no nos preocupa. En P2 podríamos tener un enjambre nuevo del año pasado, que con nuestra ayuda ha superado gran parte del invierno, pero… Todavía de falta la prueba final:

El enjambre superviviente es aquel que sabe esperar, ¡El que puede esperar! En una visita durante la mejoría de tiempo que hemos comentado, observamos con… ¿Alegría? Que P2 se muestra del todo volcada en la recogida de esos nuevos néctares que les proporciona fundamentalmente el almendro, vemos las características pelotas de polen ocre oscuro casi marrón en las patas, signo inequívoco de que ya se ha activado el nido de cría, ¡todo parece ir viento en popa! Ahora quien nos preocupa es P1 que prácticamente no tiene salida de abejas al exterior, ¿Acaso se han cambiado las tornas? ¿Puede ser que P2 le haya ganado la vez y sea esta la que va a marcar tendencia?

Desgraciadamente observamos unas semanas después que no, la naturaleza nos muestra siempre la supremacía del más fuerte, el que puede jugar con ventaja, el que tiene capacidad de guardarse las espaldas. La llegada de nuevo de un frente frío pilla con el pie cambiado a P2 que con un nido de cría ya en marcha, ya no tiene vuelta atrás. La falta de recursos inclinó la balanza hacia la decisión de ir a por todas, quemar el último cartucho en una apuesta perdedora que malogra la colonia en el último envite del invierno.

P1, dispone exactamente de la misma información que P2, pero P1 tiene la enorme ventaja de disponer del comodín de la duda, no escucha estos cantos de sirena porque tiene la posibilidad de afianzar este ataque final un par de semanas más. No ha activado la pecorea, todo sigue en “modo invierno”, podemos permitirnos el lujo de esperar ¡a ver si es verdad!

Esta, y solo esta es la colonia superviviente, es poco lo que podemos hacer porque no solo es néctar, es temperatura lo que se necesita. La miel madura operculada y densa, actúa como termorregulador, en cambio el néctar reciente y húmedo tiende a evaporarse y a absorber calor rápidamente, el 90% de la población está volcada en el pecoreo y regresa a casa con serias necesidades de que el restante 10% las caliente para sobrevivir, el nido de cría, con unas dimensiones ya considerables también necesita mayor temperatura que solo puede provenir de la combustión celular, el gasto de recursos supera con creces a la posibilidad de las nuevas aportaciones. Un par de días de frío intenso son suficientes para colapsar una colonia precaria.

Es muy frecuente saltar unos centímetros antes de lo debido y caer en el abismo.

No nos queda más remedio que seguir con la vista fija al frente, quedarnos con las alegrías y tratar de sobrellevar las tristezas, por duras que sean.

Seguimos!!!

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