Estoy agradecido.
Por eso, hemos preparado unos botecitos decorados de miel para la plantilla que me atendió en el hospital Virgen de los Lirios de Alcoy.
He querido hacer un gesto con las personas que me atendieron en un momento de especial vulnerabilidad, en un momento que representará un antes y un después en mi vida. Un cruce de caminos en el que mi vida ya no será igual. Puede que me recupere totalmente, puede incluso, que supere mi estado de forma anterior al hematoma subdural, pero psicológicamente ya no seré el mismo.
En esos días en que llegué a pensar que no volvería a andar es muy, muy de agradecer encontrar personas que, más allá del deber de auxilio en el desempeño de su profesión, se desvivieron en atenciones para con una persona que, a cada rato veía mermadas sus posibilidades físicas.
Afortunadamente todo ha quedado en un susto, aunque finalmente y contra pronóstico inicial, sí necesité intervención quirúrgica. Esta tuvo que desarrollarse en el Hospital General Universitario de Valencia, con lo que se me trasladó de urgencia a dicho hospital.
Tan pronto se alivió la presión sobre el cerebro todo empezó a funcionar bien y a las pocas horas de la intervención ya estaba siendo capaz de mucha mayor movilidad. Cinco días después, pude regresar a casa y finalizar allí mi recuperación de tremendo susto.
La lectura de este episodio es que nunca se puede afirmar que estás a salvo, siempre vivimos al borde, en una cuerda floja de la que en cualquier momento podemos caer sin previo aviso, deberíamos tener una visión estoica de la vida, en la que constantemente tenían presente la fugacidad de la vida y de las fuerzas vitales, todas tus previsiones, todo tu cometido y tus planes pueden verse de repente truncados sin que nadie pueda asegurarte nunca que eso no pasará.
De repente al “artesano”, en mitad de la partida de ajedrez se le ocurre fijarse en ti, te saca violentamente de la partida y te observa con detenimiento, evalúa si merece la pena repararte o si por el contrario no eres más que una pieza a sustituir, observa tus defectos y tus rebabas. Piensa si basta con limar y pulir un poco o si por el contrario acabará fundiéndote y sustituyéndote por otra pieza mejor que ya espera en el molde.
Se me ha dado una nueva oportunidad, estoy agradecido por ello. Es por eso por lo que, una vez de regreso al tablero, quiero pensar que con las fuerzas renovadas y una nueva mentalidad estoy mejor preparado para continuar, espero no defraudar.
Una experiencia como la vivida, me lleva a pensar que se requiere de una nueva estrategia de colaboración en la que ya no basta mi capacidad de resiliencia en solitario. Urge tener mejor previsto que las tareas dentro y fuera del taller apícola debe desarrollarlas un equipo de personas porque este tipo de contingencias no previstas, a la corta o a la larga acabarán siendo más habituales de lo que quisiéramos.
Pienso que la tarea es demasiado importante como para depender del trabajo de una sola persona. Prometo a partir de ahora trabajar mejor las estrategias de colaboración, tener en cuenta al colectivo y contar con su ayuda.
Os tendré más en cuenta.
Seguimos!!!